La caravana


Un señor tenía en los años 80 una de las mejores caravanas que llegaban a los campings españoles. Gracias a sus conocimientos y habilidades le había instalado comodidades poco conocidas en la época. Le había construido un depósito de agua de adicional, un water químico fijo, ducha, televisión con antena, toldos dobles, aire acondicionado... 
Aquel hombre era un manitas y le había dedicado muchas horas de trabajo a su caravana. Cada vez que entraba con su Seat 131 tirando de aquella maravillosa casa con ruedas, levantaba la curiosidad de otros veraneantes.

Un día se acercó un hombre que estaba acampado cerca suya y le preguntó por ella:
- Nunca había visto una caravana tan completa... - le refirió
- Gracias. Le he echado encima dinero, pero sobre todo tiempo. He pasado muchas horas dedicado a reconstruirla a mi gusto y comodidad. - le contestó orgulloso. 
- ¿Estaría usted dispuesto a venderla? - preguntó sin más rodeos el curioso.
- Hombre, la verdad es que no me lo había planteado. Le tengo demasiado cariño. Me tendrían que dar por lo menos un millón de pesetas (6.000 euros de ahora, pero al valor de aquella época) para desprenderme de ella.
La conversación prosiguió y ambos se despidieron cordialmente.

Al día siguiente volvió a aparecer el mismo hombre ante la caravana. Llevaba el millón de pesetas en la mano y un contrato de compraventa. 
El propietario de la caravana se quedó perplejo. No esperaba en absoluto la venta y en realidad tampoco precisaba el dinero. Sin embargo era hombre de palabra y con tristeza y resignación tuvo que aceptar el dinero y firmar el contrato de venta.

MORALEJA:
Si no quieres vender algo, nunca le pongas precio. Cualquier artículo o servicio con precio tasado está a la venta.
2º Cuidado con lo que se pide a la ligera... pues te lo podrían conceder. 

Actualmente y ya octogenario, todavía recuerda con nostalgia su magnífica caravana y se le siguen iluminando los ojos cuando habla de ella. 

Adaptación de una historia real que me contó mi vecino Fernando Ruíz. Gracias.


8 comentarios:

  1. jajajaja. :D. Otro caso parecido: el vendedor que manifiesta su miedo al rechazo ofreciendo un descuento que nadie la ha pedido y el cliente se lo acepta sin dar explicaciones ni pedir nada más.
    ¡Se le queda una cara de alelado!

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    1. Así es amigo. Como dicen los jugadores de cartas: cartas sobre la mesa, pesa. En el momento que se ha puesto no cabe retirada. En el momento que algo tiene precio... está en venta. Un cordial saludo.

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  2. Qué magnífica anécdota que me sirve para reflexionar en mi blog sobre el "poner precio" a ciertas cosas... lo comparto Adrián, que fuera de los "comercial" también tiene su análisis; gracias, saludos cordiales!

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    1. Muchas gracias a ti Gustavo por compartir tu comentario. La verdad es que la "historieta" da juego a bastantes reflexiones, fuera del mundo comercial. Todo está relacionado. ¿No está convertida la política en una auténtica transacción comercial: presupuestos, marketing, asesores, mensajes claves... ? Prefiero el mundo comercial. Saludos.

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  3. De una manera u otra esto nos ha pasado a todos. Desde el momento que se pone precio a algo, quiérase o no, ya está en venta. No, se debería poner precio a todo. Probablemente, si la sociedad en su conjunto no se hubiera dejado llevar por eso no hubieramos llegado a la situación en que nos encontramos hoy en día.

    Christian Felber -la economía del bien común-, ha dicho con acierto que el problema de esta sociedad es que el dinero dejó de ser un medio más para alcanzar la felicidad, para convertirse en un fin en si mismo.

    Un saludo.

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    1. Gracias Felipe por el comentario. Llevas toda la razón. Hay cosas que no tienen precio. Una vez que se le ha puesto precio, solo queda negociarlo... Como el chiste: Le pregunta un hombre a su mujer - ¿Oye tú te acostarías con quien más asco te diera por un millón de euros? - Hombre, por un millón de euros, pues si. - Ea, pues ya se que puta eres, solo queda negociar el precio.
      Un cordial saludo.

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  4. Existe una frase fantastica con la que se deja muy claro que algo es "invendible", una expresion tan popular como... "ni por todo el oro del mundo".

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    1. Muchas gracias Mariló. Es una realidad como un templo... pero en el momento en el que se le pone precio "es vendible" ya solo queda, negociarlo. Muchas gracias por pasar, leerme y comentar. Abrazos.

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