Observación máxima

 
Ha pasado ya algún tiempo desde que escribí en el blog sobre la "Observación máxima".
El artículo sigue estando vigente y constituye un magnífico complemento para la venta. Observación máxima nos ofrece una información gratis (no tenemos que molestarnos en preguntar).
 
Por poner un ejemplo más tangible, hoy en día, cualquier vendedor se esfuerza por conocer en el punto de venta cual es el espacio de mayor visibilidad, donde se produce el mayor paso del establecimiento. Buscamos el recorrido del cliente. En ocasiones (por ejemplo en la fotografía), el estado gastado de las baldosas, del mostrador u otros indicadores nos pueden regalar la información.
De esta manera, siempre podremos partir en la negociación con algo de ventaja.
 
En estos tiempos, se valora en gran medida la información que proviene de caros instrumentos de alta tecnología, los cuales son capaces de emular el ojo humano, de estudia los trayectos de los clientes en un supermercado, las reacciones de los individuos ante estímulos, etc... Pero no por ello deben dejar caer en saco roto la información que emana de la simple observación (más vieja que el hilo negro).
 
Ser un buen gestor de algo tan en boca de todos como el lenguaje no verbal es más una cuestión de entrenar esta observación que de conocer las posibles interpretaciones. Pero claro, hacer varias cosas a la vez es difícil (escuchar y observar). La única recomendación válida es la práctica.

Valoración de daños y comunicación

 
Imaginemos que vamos navegando a toda vela en una rápida embarcación. Nos encontramos en la parte de popa. La mar es buena y el tiempo óptimo.
De repente, escuchamos un estruendo en la proa. El barco pierde velocidad y las velas se destensan. Un compañero de tripulación nos dice que acaba de escuchar al capitán mandar activar las bombas de achique.
Divisamos unos troncos flotando alrededor de la nave. Otro marino de la tripulación empieza a especular que probablemente hayamos impactado con ellos. Vemos al capitán atareado, pero rehúsa cualquier ayuda. La palabra "hundimiento" se empieza a escuchar entre la marinería. 
 
Al cabo de un par de horas de maniobras internas, el barco retoma su rumbo a una velocidad lenta. La proa parece desequilibrada.
El capitán, reúne al equipo y toma la palabra:
"Señores, no pasa nada. Hemos sufrido un percance sin importancia, que entraba dentro nuestros planes. Salimos mas reforzados que nunca para reanudar nuestro rumbo. Cada uno a su puesto. Buen día señores"
 
¿Es convincente esa información? ¿Ayuda en algo negar los problemas? ¿Y el encubrimiento de la verdad?
En demasiadas ocasiones la historia se repite. Alguien inventó en algún manual secreto la hipótesis que retrasar la información es una fortaleza. Seguramente, sería el mismo que desarrolló las teorías de las medias verdades y la pragmática del secretismo.
 
En equipos o empresas maduras no tiene sentido, pues genera confusión, da pie a cotilleos y a que informadores catastrofistas cobren protagonismo en la organización.
 
"Cuando marchábamos a toda vela, unos troncos flotando en la mar han impactado contra el casco. Se han producido daños en la proa. Hemos tenido que achicar agua mientras se taponaba provisionalmente la fisura, sin que en ningún momento hayamos temido por la estabilidad de la nave. Con estos daños no debemos arriesgar la embarcación, por lo que nos dirigimos al puerto más cercano para sellar el casco. En próximas ocasiones debemos prestar más atención a las tareas de vigilancia y aminorar la velocidad en caso de riesgo. ¿Alguna pregunta?"