El vestido de la mona

 
La cirugía estética está a la última. Un poco de relleno por aquí, estiramos la piel, rellenamos por otro lado y ¡el milagro de la eterna juventud presente!
¿Problemas de altura? Tacones o alzas
¿Problemas de color? Maquillaje
¿Problemas con el pelo? Tintes, extensiones o implantes
Algo así deben pensar los expertos en diseño de producto cuando estudian la manera de “enamorar” al cliente con sus envases: más estilizados, mejor diseñado, colores, texturas …
Todo esto parece maravilloso, pero creo que existe un alto peligro cuando generamos falsas expectativas.
Dice el viejo refrán que “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Algo así se me vino a la cabeza cuando desnudé la botella de suavizante.
¿Engaño? Pues no. La cantidad viene especificada y seguro que cumplen rigurosamente.
¿Excusa? Pues seguro que también la tendrán y hablarán del fortalecimiento del envase.
¿Falsas expectativas? Pues sí, porque da la impresión de tener más capacidad que otros competidores. Y una falsa expectactiva puede generar una futura frustración.
En definitiva, la misma mona pero vestida con mucha mucha seda.




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