Mirando por el retrovisor


Circulaba recientemente con mi vehículo por una avenida principal de varios carriles. Señalicé, miré por el retrovisor y comencé la maniobra de cambio de carril. Un sonoro toque de claxón hizo que cesara en mi maniobra. Una motocicleta estaba justo en el punto muerto del retrovisor (debí haberme cerciorado pero no lo hice) y su conductor recriminaba mi conducción con aspavientos. Le pedí disculpas con la mano y el motociclista las aceptó, cesando de inmediato sus protestas y volviendo a centrarse en la circulación.

Las circunstancias del tráfico provocaron que nos detuviéramos en paralelo en el siguiente semáforo. Bajé la ventanilla y le transmití mi disculpas:
-"Perdone usted. La verdad es que no lo había visto. Me pilló en el punto muerto del retrovisor..."
El interlocutor se mostró comprensivo. 
-"No pasa nada. Si llego a ir algo más atrás habría frenado. Toque el pito porque imaginaba que no me había visto. No pasa nada. Que tenga un buen día"

Aquella experiencia me demostró que la mayoría de los seres humanos somos comprensivos cuando recibimos unas disculpas sinceras. ¡Que razón llevaba Dale Carnegie! Sin embargo, en muchas ocasiones, nos esforzamos por hacer valer nuestras argumentaciones y luchar por llevar la razón por lo civil o por lo penal. Demasiada energía se ha gastado en ello.

Exactamente igual ocurre en el mundo comercial y de ventas. ¿Cuantas operaciones se habrán roto por no reconocer fallos y errores? ¿Cuanto desgaste no habrá provocado la búsqueda de excusas y factores ajenos?

Dedicado a tod@s los que tuvieron que aguantarme intentando defender lo indefendible: Disculpas.  

2 comentarios:

  1. ¿Y cuántas otras relaciones laborales, comerciales y personales no habrían podido tener un mejor curso si al menos nos hubiésemos mostrado más tolerantes e inteligentes para reconocer nuestros fallos y asumirlos con valentía? Es cuestión de intentar ser cada día más humanos. Muy buena entrada. Saludos.

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